miércoles, 23 de marzo de 2011

La hipocresía de Occidente, Lázaro Fariñas

Los acontecimientos que en las últimas semanas han estado ocurriendo en el norte de África y la reacción que ante los mismos han tenido tanto los Estados Unidos como los países europeos, me traen a la mente aquello de que “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago” y aquello que decía que “todo es según el color del cristal con que se mira”. Lo primero es lo que los países del llamado primer mundo le están diciendo al gobierno del Coronel Kadafi. Lo segundo es cómo la gran prensa de occidente está informando sobre los acontecimientos en aquel país africano. Hasta el tribunal internacional de La Haya declara que va a comenzar una investigación para acusar al régimen libio de masacrar a civiles indefensos al bombardear ciudades tomadas por las fuerzas rebeldes. Sería bueno preguntarse dónde estaba ese tribunal cuando las fuerzas de la OTAN bombardeaban las ciudades de Kosovo o dónde cuando las fuerzas militares de Estados Unidos bombardeaban Bagdad en donde miles de civiles cayeron víctimas de aquellos bombardeos. ¿Dónde estaba esa gran prensa internacional que nunca llegó a crear una campaña contra esas masacres que ocurrieron en Kosovo, Irak y que aún siguen ocurriendo en Afganistán? Es por eso que, para los grandes medios, todo es según del color del cristal con que se mira. Es por eso que, para ellos, hay bombardeos que son necesarios y otros que son masacres, depende de quién es el que bombardea. Hace sólo unos días, mientras los grandes periódicos y cadenas de televisión estaban condenando al gobierno de Kadafi por los bombardeos, el jefe de las fuerzas de la OTAN en Afganistán el general David Petraeus tuvo que pedir excusas por el asesinato de nueve niños afganos víctimas de un bombardeo de su fuerza aérea. Esa es una noticia que apenas dura los segundos que se toma en que salga al aire o que se escriba en los periódicos, luego, nadie más habla de ella, ni se crea una campaña alrededor de la misma. Hay que condenar al régimen de Libia si de verdad ha bombardeado a civiles indefensos, pero primero habrá que saber si es verdad o es una invención de los medios de propaganda de Occidente. Muchos de los oposicionistas han asaltado los depósitos de armas, se han llevado las mismas, y han tomado ciudades enteras, por lo tanto, han dejado de ser civiles indefensos para convertirse en una fuerza militar. Hasta hace muy poco, el gobierno de Estados Unidos tenía a Libia en la lista de los países terroristas, de pronto, de la noche a la mañana, el gobierno del presidente Bush la sacó de la misma. Hay que recordar que, hace unos años atrás, el gobierno norteamericano bombardeó Trípoli, incluyendo la misma residencia del presidente libio. Al quitar a Libia de la lista de países terroristas, Bush empezó una política de acercamiento hacia el régimen de Kadafi. Decenas de billones de dólares libios fueron depositados en los bancos estadounidenses y toda la retórica agresiva contra Libia cesó. Pero no fueron sólo los norteamericanos los que comenzaron a establecer una política cordial con el régimen de Kadafi. Los europeos se sintieron muy complacidos por las millonarias inversiones que éste empezó a hacer en Francia, Alemania, Italia, etc. España comenzó a venderle toneladas de armas. La prensa internacional puso a un lado las críticas y los ataques contra los libios, las ganancias los borraron, los intereses capitalistas se impusieron. Sin embargo ahora, al comenzar la revuelta popular, le han virado la espalda al socio comercial, que hasta ayer tuvieron, por temor a que esas revueltas acaben por derrocar al régimen libio, al igual que ha ocurrido con los gobiernos de Egipto y Túnez. Ahora hay que demonizar otra vez al régimen del coronel Kadafi, hay que satanizarlo, exigirle que renuncie y hasta llevarlo a un tribunal internacional por crímenes contra la humanidad. Les recomiendo que tengan cuidado con lo que desean. Bien les podría salir el tiro por la culata y acaben saliendo de lo que ellos piensan es un mal conocido para entrar en otro, mucho peor, por conocer.

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