miércoles, 13 de abril de 2011

Congreso del PCC, 3, Jorge Gómez Barata

Los casi cien años transcurridos desde que los bolcheviques intentaron cambiar el curso de la historia, los cuatro lustros del momento en que Boris Yeltsin, con un decretazo disolvió la Unión Soviética; los veinte años pasados desde que empujado desde ambos lados cayera el Muro de Berlín, la obra de medio siglo de la Revolución Cubana y las crisis internacionales, forman parte del telón de fondo para el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. La pregunta es si van a por todo o se conformarán con paliativos. Apuesto por lo primero aunque lo supongo gradual.

Según se ha anunciado la agenda del Congreso tratará exclusivamente los problemas asociados a la llamada “Actualización del Modelo Económico” cosa que, sin rozar la doctrina, a la vez legado y lastre, incluye ciertos cambios respecto a las prácticas existentes en esa área. Incluso según se ha informado al seleccionar los delegados, se prefirió a los militantes con formación o perfil afín; sin que por ello se trate de un evento económico ni de una reunión de contables.
Resulta innecesario insistir que aunque la economía constituye la base de la sociedad, ningún país se gobierna desde las empresas ni es en los ministerios de economía o en los bancos centrales donde se elaboran las metas que, compartidas por las mayorías, se constituyen en eje del consenso, devienen factor legitimador del poder y son la base de la gobernabilidad.
Para ser eficaz, el VI Congreso deberá aprobar un modelo económico que haga las veces de programa político y sea capaz de generar, no sólo un acuerdo de amplia base, sino también de promover las motivaciones de aquellos a los que se pedirán nuevos esfuerzos. No se trata sólo de lograr algo técnicamente impecable, incluso viable, sino de asegurar que las mayorías y las “minorías excelentes” perciban en ello la garantía de su presente y su futuro. Esta vez se trata de hacer política desde la economía y la esencia de la política en la Revolución es el respaldo popular.

El reforzamiento del Estado socialista de Derecho, el perfeccionamiento de los mecanismos que confieran carácter decisorio a la participación popular, el fortalecimiento de la sociedad civil, la ampliación de los márgenes para la iniciativa ciudadana, incluyendo la económica; todo ello respaldado por órganos legislativos debidamente mandatados y eficaces; así como por el control social del poder; en particular de la burocracia; forman amplios y complejos espacios donde la labor del Partido y sus militantes será decisiva.
El Partido es garante del proceso revolucionario y eje del proyecto revolucionario, más eficaz en la medida en que, en lugar de administrar, los procesos, logra articular a todos los factores sociales, asegura que el modelo económico sea coherente con la estrategia para la construcción del socialismo y ofrece respuesta a los desafíos del desarrollo y el progreso social en su conjunto.

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