domingo, 15 de mayo de 2011

El terrorista que nunca existió, Jaime Richart

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Eso del 11 S no podía dejarse así como así. No sólo eso, es que an­tes de ejecutarse ya había un plan completo. Jaime Richart

Y, dada la cata­dura de la intelligentsia americana, había de tener todos los ingre­dientes de los cazatalentos que son los “americanos”. Pocos, quizá ninguno, de los prohombres yanquis no políticos han sido autóctonos. Todos son de fuera. Ellos, a raíz de la conquista del continente, se fueron haciendo poco a poco expertos en aprovechar la fuerza vital y crea­tiva de una inmensa ma­yoría de europeos inmigrantes por distintas cau­sas. Sobre todo tras el desmantelamiento de la Alemania nazi. Pero eso sí, son uti­litaristas donde los haya.... La mayoría de los centros estadounidenses no son centros de saber, como se nos da a entender en la pedagogía ofi­cializada. Son centros de ma­nufactu­ración, de conspiración y de montaje. En todo. Sólo en un pu­ñado de tecnólogos, además de di­nero a espuertas, es­tán sus méritos. Lo de­más es propaganda y fuerza bruta.

Quizá parezca que estas reflexiones destilan odio, el odio que se en­cargaron ellos de inculcar contra los nazis. Pues así es. Lo que no obsta para que, como todo en la vida, no encie­rre una inmensa parte de justificación y de verdad. No seguirán imaginando que sólo les odian los islamistas radicales... Ellos se lo han labrado, y el mundo no se ha aca­bado todavía para saber que ese odio tiene todo el fun­da­mento que existe contra la fuerza superior irrefragable de carácter ar­mamentístico acompañada de la "voluntad de poder" de Nietzsche que inspiró a mu­chos ale­manes de los años 20 y 30…

Así es que ahórrense los americanos las pruebas abrumadoras so­bre la muerte de Bin Laden. Prescindan de las todopoderosas prue­bas del ADN; guárdense las foto­grafías horrendas del finado, los tes­timonios, que podrán contar por miles, de testigos; eviténnos leer la declaración jurada ante notario del propio ajusticiado, de que era quien decía ser y decían que era. Incluso no nos vengan ahora con el carbono 14. Y, so­bre todo, olvídense de insistirnos en que sí exis­tió ese hombre de luenga barba negra y expresión entre bonachona y neutra, fue el autor intelectual del ataque al WTC el 11 S de 2001 como jefe de una banda que tampoco existe ni existió.
Los que no vivimos de cerca el halloween conocemos perfecta­mente a los "americanos", y sabemos perfectamente lo aficionados que son a las palomitas, a la hamburguesa, al corta y pega, y a fa­bri­car las leyen­das tras asentarse en América del Norte que todavía no te­nían..... Articulo Completo aqui

La historia se puede contar de muchas maneras, y de todos los gran­des hechos, acontecimientos y atrocidades hay por norma mu­chas ver­siones. Y no perdura precisamente la "verdadera". Senci­lla­mente, y aparte de la dificultad en ponerse de acuerdo, porque nunca hay una sola o única verdad. No digo respecto al hecho en sí (aunque a menudo también se inventa -y éste de la muerte de Bin Laden es otro más) sino en la causa, las causas, los autores y acto­res, los co­operantes necesa­rios y los cómplices. ... Articulo Completo aqui

Bin Laden no existió, ni nació ni murió. Y menos existió con la des­cripción de los fotomontajes de la cía, del fbi y de los cuenta­cuentos de la casa blanca. Bin Laden es una broma ameri­cana. Lo que tiene que hacer su intelligentsia es, ya que el americano saca par­tido de todo y para él el tiempo es oro, es poner en marcha cuanto an­tes la produc­ción mundial de millones de gorras y cami­setas con el logo de Bin La­den.

En todo caso, que hagan lo que quieran, pero a Europa y a Amé­rica Latina, aparte, naturalmente, el mundo árabe y musulmán, aparte los débiles mentales, aparte los interesados en creerse su ver­sión y los que viven siempre sugestionados por la mente calentu­rienta de los ameri­canos, a nosotros no nos la han dado nunca ni nos la dan... Articulo Completo aqui

Por eso, y ya concluyo, no sé cómo a estas alturas de la película ame­ricana el mundo, y sobre todo el mediático, les hace maldito caso. Sólo los que están muy identificados con el poder de los nazi-ameri­canos y absortos por su prestidigitación pueden darles al­guna credibi­lidad y prestarles atención.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Es una descripción de la cuestión que mola...