domingo, 26 de junio de 2011

Endeudados del mundo, uníos, por Alexander Páez

CHILE

El día jueves 16 de junio se realizó la movilización más grande desde la vuelta a la democracia, con más de 100 mil personas copando la Alameda, de similar magnitud al plebiscito de 1988. Fue convocada en virtud de una “defensa” de la educación pública, de la enorme desigualdad en la calidad y de una crítica al lucro en la educación.

No sólo participaron estudiantes, sino también profesores, familias enteras, apoderados, trabajadores que podían escaparse un rato de sus obligaciones. 100 mil personas no pueden ser sólo una minoría y su motivación por movilizarse no puede ser sólo por la educación.

Parte de las 100 mil personas del jueves, son universitarios y familias endeudadas producto del lucro y la privatización de facto de todo el sistema universitario. Cerca del 40% de los que ingresan no terminan sus estudios, y el 60% que sí termina, no halla segmentos productivos en el “mercado laboral” para obtener el retorno necesario. El caso del 40% es dramático: al no obtener una credencial, sólo terminarán con una pesada mochila, donde tanto el peso de la deuda, como de la frustración, será catastrófico. La tan ansiada movilidad social no será lograda.

El salario, lo que se gana por extenuantes jornadas de trabajo, no alcanza ni para comprar la estufa, ni para comprar alimentos, ni para la educación. Se tiene que acudir al crédito, a la deuda. El Ministro de Hacienda recalca que subir a $185.000 “es mucho”. Cristina Bitar el 23 de mayo en el diario La Segunda declara que “los resultados en términos económicos son sencillamente sobresalientes: hemos recuperado el crecimiento que no teníamos desde hace 15 años y, con ello, Chile es nuevamente un país líder”, y el éxito viene producto de un “nuevo impulso a un modelo que se viene aplicando desde hace más de 30 años”. El presidente Piñera recalca como logros el alto crecimiento económico proyectado a 6%, y los más de 500 mil empleos generados durante su gobierno. ¿Y las 100 mil personas en las calles? ¿reclaman sólo por derechos, sólo por las privatizaciones, sólo por la destrucción ecológica?

Muchos artículos, hablan de la motivación por ampliación de ciudadanía. Otros, de un malestar producto del modelo neoliberal, y quizá sea sólo el más viejo de todos los males: el salario no alcanza para sostener las condiciones de vida de la mayor parte de la población. Las promesas sobre las cuales se sostenía un salario miserable, tales como la educación y el consumo, son cortinas de humo llenas de un saco de endeudamiento. Es el tema material y estructural por antonomasia el que está afectando de manera soterrada y semi inconciente. El futuro es incierto; que las olas de movilizaciones continúen, también, pero hay algo que deberá cambiar, porque es el núcleo duro del modelo el que está haciendo agua.

Las comparaciones con el mundo desarrollado y sus movilizaciones (el movimiento de los indignados sobre todo) tienen un mero sentido mediático. Acá, en la periferia, las cosas siempre son más urgentes. Seamos claros y directos al decirlo: el salario de hambre generó la necesidad para decir basta al robo de mi trabajo, de mis horas vitales entregadas a especuladores y rentistas. Y esto ¿qué consecuencias tiene? Eso es sólo para los luchadores; los demás, que reflexionen según lo aprendido en algún manual de “movimientos sociales” o de “crisis económicas”. Esto le queda corto al mero saber.

* Alexander Páez, Investigador Fundación SOL

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