jueves, 16 de febrero de 2012

Al turismo del emigrado, abre la muralla... , tomado de Segunda cita, blog de Silvio Rodriguez

Al turismo del emigrado, abre la muralla...

Por José Alejandro Rodríguez
LA HABANA - Ya no hay quien detenga el viaje a la semilla, el llamado de la sangre y el terruño. Cerca de 400 mil cubanos residentes en Estados Unidos visitaron la Isla en 2011, compartieron con sus familias, recorrieron sus barrios y escudriñaron el paisaje sentimental del país.
Por ahora, fracasaron las intrigas aislacionistas desde movedizos “everglades” políticos de la Florida. Colapsaron ciertos intentos cerriles del negocio azuza-odios contra Cuba. No pudieron desmontarse las flexibilizaciones dictadas por el Gobierno norteamericano en 2009 en cuanto a viajes y remesas de cubano-americanos a su tierra de origen.
Del lado de acá del Morro y el Malecón, las familias reciben con cariño y sin recelos a sus emigrantes establecidos en el exterior, a ultranza de quienes desde Miami pretenden nadar a contracorriente y minar el Estrecho de la Florida de medusas o “aguas malas” conspiradoras.
La “verdad verdadera”, como se dice en La Habana, es que Cuba se abre al mundo, aunque desde el vecino norteño intenten controlarle y cerrarle los postigos. Scarabeo 9 promete la gran era del petróleo cubano, con inversores de diversos confines. Y Estados Unidos, tan cercano y urgido del combustible que se agota inexorablemente en el Planeta, de hecho se auto bloquea con su embargo a priori de toda lógica económica.
Para no detenernos en otras brechas que Cuba va abriendo en el mercado global – ojo con servicios técnicos muy calificados, y ciertos avances de la ciencia, que tendrán su agosto- concentrándonos apenas en el avance turístico, podemos medir lo que se pierden por ahora los viajeros norteamericanos, de espaldas a un país hermoso y seguro, con un pueblo noble, hospitalario, inteligente y vivaz, a la vuelta de la esquina. No me detendré en esa gran obstinación impuesta a los estadounidenses…
Tan solo en el 2011 los ingresos procedentes del turismo se incrementaron en Cuba un 11,9 por ciento con respecto al año anterior. En un mundo de retracciones viajeras, crisis económicas y financieras, guerras e inestabilidad, siguen aumentando los que apuestan al tranquilo encanto cubano en sus vacaciones. Con más de 2 millones 700 mil visitantes en una pequeña ínsula con sus cayos, apenas una salpicadura de tierra, Cuba reflejó una tasa de incremento de turistas del 7,3 por ciento. Y para el 2012 pretende acercarse a los 3 millones.
Es en este contexto creciente, que no debe soslayarse la importancia estratégica del potencial viajero de los cubanos residentes en Estados Unidos. Si en el 2011 fueron cerca de 400 mil los que cruzaron el Estrecho con ancha mentalidad, en un futuro muy cercano esa cifra puede incrementarse significativamente.
En un Seminario sobre Economía Cubana y Gerencia Empresarial celebrado en La Habana en junio de 2011, dos académicos de la Isla,, el doctor Orlando Gutiérrez Castillo, del Centro de Estudios de la Economía Cubana de la Universidad de La Habana, y La Máster en Ciencias Ivis Gutiérrez Guerra, del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales, llamaron la atención de las autoridades cubanas, acerca de la importancia que puede cobrar ese segmento de mercado de los emigrantes, en las estrategias de comercialización del turismo en el país.
Los especialistas alertan sobre la necesidad de ir trabajando en los programas de la industria sin chimeneas cubana, los nichos de ese segmento de turismo tan especial y muy familiar, motivado por el reencuentro familiar y la ayuda a los seres más queridos, la vuelta las raíces y múltiples necesidades culturales y sentimentales, de reafirmación identitaria.
Y prevén que las estrategias de comercialización hacia ese segmento de mercado potencial (el 82 por ciento de los cubanos asentados en el exterior viven en Estados Unidos) deben trabajarse a partir de sus perfiles de motivaciones más diferenciados. En tal sentido, ante el peligro que supondría un envejecimiento de programa turístico para un viajero que repetirá frecuentemente, enfatizan en el carácter proactivo y renovador que deben tener siempre esos programas.
Sin desconocer la fuerte motivación de compartimiento familiar y hogareño, y el tradicional ocio de sol y playa, los estudiosos consideran que “pueden explorarse las posibilidades que ofrecen las fiestas patronales en ciudades y pueblos del país, los carnavales, y las famosas parrandas que se desarrollan en algunas localidades”, al tiempo que ven un filón en las posibilidades de eventos culturales específicos, como ferias del libro, festivales de teatro o cine, excursiones familiares, banquetes, fiestas, y reservaciones en instalaciones extrahoteleras del país.
Estas potencialidades se insinúan mucho más prometedoras, con el acompañamiento familiar, desde que el Gobierno cubano autorizó el disfrute por los residentes en la Isla de instalaciones turísticas y hoteleras; y erradicó un atavismo impopular, dictado en los años más críticos del llamado Período Especial, en los 90, cuando urgía desarrollar las bases de los programas de ocio y recreación en el mercado de frontera.
Al final, a pesar de todos los escollos que se ciernen más allá de las 90 millas al norte de las blancas arenas de Varadero, las callejuelas hechizadas de La Habana Vieja o los mogotes de Viñales rodeados de vegas, buena parte de los cubanos residentes en Estados Unidos se desentienden de obsoletos odios y pases de cuenta. Y como cualquier emigrante en este mundo -¿acaso no son normales los envíos monetarios hacia su país de los braceros guatemaltecos que laboran en las plantaciones norteamericanas?-, abren la billetera con impulsos familiares: Nunca se sabe, al menos no hay cifras oficiales, de cuánto entra a Cuba en remesas y en los bolsillos de nuestros hijos, hermanos, tíos y primos que nos visitan desde ese y otros países.
Y con los cambios económicos que desploman viejas prohibiciones en Cuba y alientan el trabajo no estatal y privado, la libre compra y venta de viviendas y autos, así como otras que se perfilan en lo adelante, es de esperar que muchos residentes en la Isla puedan invertir con esas ayudas familiares para buscar su autosustentación.
Lo cierto es que, mientras la reticente derecha miamense azuza el argumento de que enviando dinero a Cuba o visitando la Isla se sostiene al sistema y al Gobierno cubanos, la vida, con sus tercas evidencias, muestra que el principal beneficiario de esas erogaciones es la familia cubana, piense como piense cada una. A esos exégetas que niegan la sal y el agua, hasta las del estrecho de la Florida, habría que recordarles lo que dijo una vez cierto cantautor cubano, difícil y agudo: “La política no cabe en la azucarera”.
Tomado de Progreso Semanal: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=4350:al-turismo-del-emigrado-abre-la-muralla&catid=4:en-cuba&Itemid=3&utm_source=Feb+16+2012+Semanal&utm_campaign=2-16-2012&utm_medium=email

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