viernes, 1 de junio de 2012

Guerra y hamburguesas por Pepe Escobar

Un fantasma recorre Europa. No, no es el comunismo; son las agencias de calificación crediticia estadounidenses.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Un fantasma recorre Europa. No, no es el comunismo; son las agencias de calificación crediticia estadounidenses. Grecia está en bancarrota; la Eurozona está a punto de romperse; JPMorgan comete “errores” de miles de millones de dólares, no hay (empleo) futuro para las nuevas generaciones. Y a pesar de ello el brazo armado de las elites del 0,1% del mundo ocupa Chicago –convertida en una orwelliana ciudad-Estado policial– para discutir la “defensa-inteligente”.
En Afganistán, la “inteligente” OTAN en realidad se dirige hacia una huida humillante. “Defensa inteligente” es el código de “no hay dinero”. Solo cinco de los 28 Estados miembros de la OTAN gastan un 2% de su producto interno bruto en las fuerzas armadas, como quiere la OTAN. Uno de ellos era ¡sorpresa!, Grecia. Y es otro curso rápido en neoliberalismo armado. Primero obligaron a Grecia, más o menos, a adquirir costosos submarinos de los franceses y alemanes; luego la obligaron a hacer recortes presupuestarios. Llamadlo el plan de ayuda de “alimentos por submarinos” de la OTAN.
EE.UU. paga al menos un 75% de las cuentas de la OTAN, otra demostración gráfica de la OTAN como brazo europeo del Pentágono. A pesar de todo, los miembros de la Unión Europea (UE) gastaron en 2011 al menos 180.000 millones de dólares en defensa. Ya no. No hay dinero. Por lo tanto será tarea del Pentágono que siga funcionando.
Y seguirá funcionando con deleite. Como era de esperar, en este domingo en Chicago ocupado la OTAN aprobó –mejor todavía, el presidente de EE.UU. Barack Obama y sus aliados “simplemente decidieron”– avanzar en la primera fase de las cuatro del escudo de misiles estadounidense para Europa.
Esto significa en la práctica un buque de guerra estadounidense armado con interceptores estacionado en el Mediterráneo y un sistema de radar de la OTAN basado en Turquía, controlado desde la central en Ramstein, en Alemania. La creciente base de Ramstein está dirigida por un general estadounidense. Ahora, según el periódico turco Zaman, un general turco será su subcomandante. Es el tipo de zanahoria que Turquía recibe por hacer campaña a favor del cambio de régimen en Siria.
Los que creen en el discurso de la OTAN –este escudo no apunta a Rusia, sino que es una defensa contra los “malvados” misiles iraníes– pueden unirse a Alicia en el país de las maravillas. A todos los efectos prácticos, el jefe militar ruso, el general Nikolai Makarov, ya ha dicho que Rusia reaccionaría estacionando misiles de corto alcance Iskander en Kaliningrado, cerca de la frontera polaca. Se podrá sacar a la OTAN de la Guerra Fría, pero no se puede sacar la Guerra Fría de la OTAN.
A punto, sin kétchup
Respecto a Afganistán, el discurso de la Casa Blanca es que Obama ha instado al presidente afgano Hamid Karzai a que “implemente la reforma electoral, elimine la corrupción y presione a los talibanes para llegar a un acuerdo”. Esto va más lejos que una vana ilusión: creer que el sistema de Karzai, contaminado de corrupción, se “reformará” es como creer que la Casa de Saud adora la democracia jeffersoniana. Si fuera a haber algo parecido a una “reforma electoral”, los aliados de Washington en Afganistán perderían cualquier elección. Y son los que obligarían a Karzai a llegar a un acuerdo, no al revés.
¿Qué queda para salvar la civilización occidental? Hamburguesas. Con patatas fritas (a la francesa) no de “Libertad”.
Esta nueva diplomacia de hamburguesas, sellada en el Despacho Oval por Obama y el nuevo presidente francés François Hollande, supuestamente debe salvar a Grecia, remozar la Eurozona y reanimar la economía de EE.UU., justo a tiempo para la elección presidencial estadounidense de noviembre. ¿Cómo es posible que la temible cadena de hamburguesas estadounidense Five Guys nunca haya pensado en algo semejante?
El cálculo de Obama es el siguiente. Si su contrincante republicano Mitt Romney resulta elegido en noviembre, estaremos aún más jodidos que ahora. Necesito puestos de trabajo. Necesito una economía en recuperación. Necesito que esos malditos europeos pongan orden en su casa. No me puedo quedar sentado esperando a que resuelvan el problema griego: Tengo una elección que ganar.
El cálculo de Hollande es el siguiente. Gané mi elección. Prometí crear puestos de trabajo y crecimiento. Ahora necesito mi coalición de los dispuestos para el crecimiento; de otra manera seré derrotado por la extrema derecha, por todas partes. Mon Dieu, ¿cómo es posible que “Onshela” –conocida también como canciller alemana Angela Merkel– no lo comprenda?
Para el dúo franco-estadounidense es una situación en la que no pueden perder. La política económica de Hollande es en los hechos la política económica del Equipo Obama. Podrán haber presentado la (nueva) ley a “Onshela” en el plácido retiro del G8 en Camp David protegidos del mundo real por un ejército que podría efectuar un cambio de régimen en cualquier sitio en cinco minutos.
El problema es que ni Barack ni François han informado al respecto al Dios del Mercado –y a los bancos europeos y estadounidenses–. A los Amos del Universo la cuna de la democracia, Grecia, les importa un comino; quieren su dinero.
Obama está apurado. El Supremo Interventor italiano Mario Monti –ex Goldman Sachs– podrá tener la credibilidad del mercado para convencer a Berlín y la Troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional) de que Europa debe crecer o no habrá dinero para nadie. Pero Obama también necesita un aliado político estratégico. Ciertamente no es la ‘dominatrix’ de la austeridad, “Onshela”.
Prefiero un bife
El problema es que esas hamburguesas están bañadas en aceite. Petróleo iraní. Obama se hace el duro frente a Irán esencialmente por motivos electorales. Durante los próximos cinco meses podría llegar a orientar el debate si no fuera porque los europeos –en los hechos, siguiendo su directiva– procederán con su boicot del petróleo iraní a partir del 1 de julio. Teme la inevitable consecuencia: un pico del precio del petróleo. Entonces habría que decir adiós a la recuperación europea seguido debidamente por la despedida de la reelección de Obama.
Es lo que hace que la próxima vuelta de conversaciones en Bagdad de esta semana entre Irán y las naciones del P5+1 sea aún más sabrosa. Desde el punto de vista del equipo de Obama, el mejor escenario posible sería… acordemos seguir discutiendo.
Eso dejaría a Obama una ventana para presionar –a través de Hollande– por la necesidad de que Europa se olvide del boicot del petróleo, por lo menos mientras ambas partes estén hablando, y por lo menos durante los próximos seis meses. Después de todo, el paquete ultra-duro de sanciones sigue existiendo, y eso ciertamente afecta más a la población iraní que a los dirigentes de Teherán.
Lo único que importa al Equipo de Obama, por sobre todo lo demás, es garantizar la victoria el 4 de noviembre. ¿Funcionará la diplomacia de la hamburguesa? ¿O contraatacará Mitt Romney prometiendo una política de “No abandonaremos el bife”, con mucho kétchup iraní?

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